domingo, 3 de junio de 2012

Espero encontrarte en mi camino

Revivir ese momento una y otra vez. Sus manos en mi espalda, mis labios en su cuello...
Ahora miro por la ventana y no siento enfado, siento miedo; siento pena, y al final pienso que no fue culpa de nadie.
Me perdí en sus latidos, en su pecho hinchándose, en su abrazo protector que creó un espacio solo nuestro, lejos del ruido, de los problemas, de la realidad... lejos de todos menos de nosotros.
Y allí tumbada se me nubló la vista y se paró el tiempo. ¡Qué importaba el antes! ¡Qué importa el después! Importaba el ahora, aunque aquel ahora, tan ansiado y anhelado, no es el de hoy. El de hoy es amargo, vacío, roto de nuevo.
Porque no hay un mañana a su lado; ya no hay ningún refugio aislado.
Habrá ruido y realidad. No habrá besos que curen mis heridas, sólo yagas en mis pies (uno delante; otro detrás) porque eso sí, no dejaré de andar. Caminaré, caminaré sin mirar atrás.

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