Anoche soñé que volaba. Mis alas se extendían elegantemente saludando al cielo estrellado oculto tras un velo de contaminación. Salí por la ventana de mi habitación y volé. Atravesé el humo y vislumbré, al fin, mis amadas estrellas. Un mar de luces relampagueantes se abría a mis ojos.
Tan sólo me dejé llevar.
Cuando desperté, mi corazón se encogió. Había saboreado la libertad en todo su esplendor y la realidad cruel me la arrebató de mis manos.
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