lunes, 5 de julio de 2010

La felicidad efímera

Te embriaga por completo, con dulzura y calidez. Los músculos de tu cara se contraen sin razón dibujando una esbelta sonrisa; la más pura de todas, pues sale del corazón. Tu mirada brilla con luz propia, haciendo que tus ojos crezcan y hablen por sí solos...qué hablar, ¡cantan! para no mover los labios que tan ocupados están en mantenerse sonriendo.
La risa fluye por tu garganta, tornándose en una suave y alegre melodía al salir al exterior. El rubor tiñe tus mejillas, dando vida a tu rostro y sientes como si fueras capaz de todo; te sientes libre, fuerte, seguro.

Pero sorprende lo rápido que se va ese sentimiento. Es como un rayo de sol que se cuela en una tormenta. La ráfaga de aire antes de la tempestad.
Porque cuando desaparece, tus músculos se relajan en una fea mueca. Las ganas de todo se volatilizan. Ya no hay risa. Sólo llanto. No hay luz en tu mirada. Sólo espanto.El matiz de tu rostro desaparece, no hay color. Tu mirada no canta, sólo grita, sólo llora. Aparecen cadenas pesadas impidiéndote movimiento alguno. Tu cuerpo se contractura, se hace una carga. Parece que vuelves a los años 60; ves las cosas en blanco y negro. Y notas como tu fe y confianza se quiebran.

Pero entonces vuelve a salir el sol. Una mano amiga que te eleva y te recuerda que, hasta en los peores momentos, es mejor sonreír. =)

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