Me levanté ayer y miré por la ventana
a mi sucia ciudad intoxicando el cielo
que de azul se teñía gris
y de gris a un tono negro.
Un gigante de metal con pies de barro
donde las flores se ahogan en el estruendo
de un vaivén alocado, donde nadie
va a ninguna parte pero todos van corriendo.
¡Qué somos!
¿Qué seremos?
Hijos de un mundo nuevo,
padres de un vertedero.
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