martes, 28 de mayo de 2013

Olvidar para crecer

Nadie dijo que fuera fácil olvidar aquello que te ha marcado, caminar descalzos por cristales rotos sin volver a sangrar... No señor, no es fácil cerrar con llave a los recuerdos, esos escurridizos momentos que prefieres olvidar que salen por cualquier orificio, por pequeñas grietas y te asolan cuando más indefenso estás... No es fácil dejar de sentir el dolor del ayer, ni aunque pasen años y madures, no es fácil pasar página a los traumas que más hondo te han calado. Pero nadie dijo que la vida fuera fácil.
Yo te miro, te miro y veo a un fénix; veo en tus ojos esas tormentas pasadas pero también veo la luz brillar. Veo en ti que la lucha es recompensada, que aunque los recuerdos se cuelen en tus sueños, todo se puede enterrar. Pero también veo en ti la enseñanza de que los años son necesarios, que cuatro manos son mejor que dos, que el hecho de que existan los momentos duros no es más que la lección de que los momentos felices son un regalo.
Tú, cuyo corazón albergó un gran dolor causado por demonios del pasado,  fuiste capaz de superarlo.
Tú, que me enseñaste que el sol brillará si yo quiero que brille.
Tú, que me animas a seguir buscando mi camino.
Tú, que siempre das las gracias, te mereces recibir mi mayor gratitud.
Porque hasta ahora no fui consciente de que tu batalla me animó a levantarme; porque en el fondo has estado ahí; porque me dijiste que no sería fácil, pero no imposible.


Gracias

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