jueves, 8 de diciembre de 2011

La nota final

Los sonidos huecos de una guitarra rota,
destruida por el tiempo,
no se pueden arreglar.

Sin embargo, hay un momento,
cuando aparece el maestro,
que hace vibrar las cuerdas,
y éstas vuelven a cantar.

Cada nota afinada, suena miedosa al principio,
elevando su voz poco a poco,
con temor a errar.

Se confía, cobra fuerza
pero de pronto comienza a resbalar.

Hasta tres veces se resbala,
prometiéndose que no volverá a tocar
esa nota grave y oscura que la obliga a fallar.

A pesar de todo el maestro insiste
tocando de nuevo, arrepintiéndose luego
para decir una y no más.

Pero la guitarra se ha vuelto a romper
quebrando su confianza,
quebrando su fe.

Y es que a una guitarra rota
por los tres mismos sitios donde resbaló
no se la puede pedir volver a sonar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario